Recuperar Navarra para la ciudadanía

Por Uxue Barkos, candidata de Geroa Bai a la presidencia del Gobierno de Navarra

No, no es cierto: nadie tiene en sus manos la garantía.
No, desde luego, en la acción política. La sana costumbre -cierto que en gran medida por imposición de la aritmética parlamentaria- de alcanzar acuerdos debiera impregnar la vida política como un valor, como expresión de una sociedad plural.
Por eso me preocupa profundamente que nadie se erija en garantía de nada. Por eso el cambio en Navarra es más urgente que nunca.
Cambio para recuperar el control de las instituciones para la mayoría en representación de la ciudadanía.
Cambio para hacer de esas mismas instituciones un instrumento al servicio del interés general.
Cambio para hacer de la pluralidad de nuestra sociedad un valor, no un problema.
Cambio para hacer del pensamiento y de la ética, de los valores parte sustancial de la acción política.
No quiero detenerme ahora en hacer un catálogo de desastres: es hora de las propuestas concretas para recuperar Navarra.
Y la primera de ellas gira en torno a un nuevo contrato social: un contrato sobre bases éticas que parte de la responsabilidad individual: cada una de nosotras y de nosotros debemos asumir nuestra responsabilidad en la recuperación de Navarra. No podemos continuar mirando absortos el desastre colectivo, limitándonos a buscar culpables.
Cada una de nosotras y nosotros debemos establecer ese compromiso para convertir a nuestra comunidad en vanguardia de progreso en Europa. Necesitamos ejemplarizar nuestras actuaciones. Necesitamos poner en valor la honradez y el valor de la palabra dada como ejes de nuestra actuación. Sólo así volveremos a ser fuertes y capaces de enfrentarnos a los retos de un mundo global y trepidante.
En segundo lugar, imponer la sensatez y la capacidad en la acción política. Un cambio sensato y capaz.
Cuando digo sensato, apelo a la tranquilidad para buscar el mínimo común denominador que nos une a los navarros y las navarras. El mismo que debe acabar con enfrentamientos gratuitos o interesados entre nosotros. La sensatez que dote de suficiente estabilidad en el tiempo a ese cambio preciso para emprender las reformas que Navarra precisa.
Y cuando llamo a un cambio capaz pienso en el gobierno de los mejores, de los más capaces, no en el de las cuotas impuestas por equilibrios partidistas, tantas veces alejados del interés general.  Debemos concitar el interés de los más capaces para afrontar la crisis en que Navarra está sumida, pero capaces también de saber escuchar en cada momento y situación lo que la ciudadanía espera y anhela del buen gobierno. Un cambio capaz, en fin, de contar con la participación de todas y todos.
En tercer lugar, una mirada rápida y eficaz sobre las urgencias de nuestra sociedad. En medidas novedosas y audaces para la creación de empleo, medidas de choque; en la recuperación del rumbo de nuestro sistema tributario; en la recuperación de la iniciativa a la hora de defender el autogobierno y preservarnos de los ataques al Convenio Económico. Medidas para reflotar nuestra sanidad pública, hoy un barco varado del que hay que empezar a achicar agua; poner nuestra red educativa en parámetros europeos, llevando a su máxima expresión el autogobierno en esta materia. Y, por supuesto, firmeza en la defensa del autogobierno. 
Por último, y por supuesto, una auditoría sobre la situación financiera real de la comunidad; una reforma de la ley de símbolos que reconozca la pluralidad y diversidad navarra también en su expresión simbólica y a todo ello sumar la recuperación desde las instituciones del orgullo de ser una sociedad bilingüe.
Son las bases mínimas para recuperar Navarra para toda su ciudadanía. En esta Navarra que aspira día a día a ser más soberana y por tanto más libre en sus decisiones deben caber todas y todos los navarros. Debemos desterrar de la acción política el frentismo que pretende partir en dos nuestra sociedad.
Y en ese camino debe regirnos el empeño por la claridad. Un compromiso por hacer del rigor en el diagnóstico el punto de partida de la acción política.
Debe guiarnos la defensa de la democracia desde la observación del método. No vale el voluntarismo para la acción política de ninguna manera, pero menos que nunca en momentos de crisis.
Y en ese camino debe guiarnos la concepción de la ciudadanía como una sociedad abierta, una sociedad diversa y dinámica que no puede regirse por posiciones extremas, totalitarias y autoritarias.
Y lo contrario, ya lo hemos visto en Navarra estos últimos cuarenta años, es tan sólo garantía de fracaso.

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