Viana despierta a la música

El director de la banda municipal y de la escuela de música, Javier Solano, lleva más de una década animando a generaciones de vianeses para que se involucren en el mundo musical

Javier Solano, con su batuta y atril en la Escuela de Música de Viana.
Javier Solano, con su batuta y atril en la Escuela de Música de Viana.

“El grupo es responsable; rara vez me tengo que poner firme”
Viana - Era un joven de 23 años cuando se aventuró a dirigir un proyecto que proponía el Ayuntamiento de Viana, crear una escuela de música de la que pudiese surgir una banda municipal. Ahora, a sus 36 años, acaban de celebrar el décimo aniversario de la banda y la escuela ha ido incrementando el número de alumnos. Javier Solano Mendiola es un vianés, profesor superior de trompeta, que compagina sus clases y ensayos en Viana con las de la Escuela de Música de Logroño. Es de los directores más jóvenes de la zona y opina que poder dedicarse a la música y hacer de ello su medio de vida no es sólo cuestión de suerte, sino también de trabajo.
Poner en marcha la escuela municipal de música y la banda ha insuflado a Viana un aire alegre en muchos de los actos oficiales de la ciudad y ha recuperado una tradición desaparecida en la ciudad desde hace décadas. Solano recuerda que a lo largo de la historia ha habido varias bandas en Viana, pero pequeñas, con pocos miembros y sin demasiada continuidad a lo largo del tiempo. Hoy día, la banda cuenta con más de 50 integrantes y la escuela, que comenzó en el año 2002 con 20 alumnos, hoy tiene 125 de todas las edades e incluso generaciones de padres e hijos comparten su afición por la música. Parece ser que funcionó el “efecto contagio” y el ver cómo un vecino se desenvuelve con un instrumento musical y participa en las actuaciones de la banda, hizo que muchos otros se animasen.
Solano alaba la tenacidad y la constancia de las personas que se animan a participar en el proyecto. “La música es una actividad que requiere mayor esfuerzo que otras aficiones. Además de las clases y los ensayos hay que dedicarle tiempo en casa”, asegura el director.
La banda ensaya dos veces por semana y descansan pocos periodos durante el año. Aunque el director reconoce que, a veces, es complicado compaginar el trabajo o los estudios con dedicarle tiempo a la música, anima a que más vecinos de Viana se sumen a tocar instrumentos, a participar en la escuela y en la banda. Recomienda insistir un poco con los más pequeños para que no se desanimen, porque asegura que al final compensa. Valora cualquier instrumento por igual, “todos tienen su complicación y su encanto”, aunque las estadísticas son claras, una gran mayoría de guitarras en la escuela de música y, como demanda, más clarinetes para la banda y también mayor participación femenina, ya que de momento sólo son 8 mujeres las que se han animado a formar parte del grupo musical.
Las actuaciones son un aliciente para poder poner en práctica lo aprendido durante las clases y ensayos. Aunque, al parecer, la crisis también ha afectado a la hora de hacer salidas, y no es tan fácil como antes, a lo largo del año realizan unas diez actuaciones, entre la propia ciudad y otras localidades como Logroño, Estella, Zaragoza, San Sebastián, etc. De éste último lugar guardan buen recuerdo porque participar en la tamborrada les resulta curioso y lo pasan bien.
El recuerdo de Serrat Pero, sin ninguna duda, el premio para la Banda de Música de Viana es el concierto que dieron, junto a Serrat, el 9 de agosto de 2013 en la plaza del Coso de la localidad. El espectáculo resultó todo un éxito del que disfrutaron tanto músicos como vecinos y visitantes. Aquí sucedió como en las bodas, el grupo se pasó todo un año ensayando y trabajando duro con cada pieza y en un par de horas, todo había acabado. “Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos”, asegura. Quedó el buen sabor de boca de aquel concierto y la buena relación establecida con Serrat y Miralles a lo largo de los ensayos y adaptación de las canciones.
Otra de las actuaciones que Solano recuerda como algo especial es la que ofrecieron el pasado mes de julio junto al grupo navarro Beat-Less, en un tributo a los Beatles. Algunas piezas las interpretó cada grupo por separado y otras de forma conjunta, lo que supuso ensayos previos con las dos bandas. “Nos gusta hacer cosas diferentes, siempre es un aliciente”, comentaba Solano.
El último concierto lo ofrecieron hace poco en la antigua iglesia de San Francisco de Viana, y actualmente están ensayando para el concierto que protagonizarán a finales de febrero.
Como en todo, la presión es importante y en este caso, la gente también “se pone más las pilas” cuando la fecha de la actuación se aproxima. “El grupo es responsable y rara vez me tengo que poner firme”, explicaba el director, que destacaba el compañerismo de los miembros de la banda para llevar bien preparadas las piezas.
Entre las anécdotas que recuerda el director están algunas como la del día que a un músico se le quedó metida en la trompeta la pieza de apoyo y por poco revienta de tanto soplar para arrancarle una nota. O la del que llegó al concierto, abrió su caja y no tenía el instrumento.
Javier Solana asegura que cuando echa la vista atrás ve que todo ha pasado muy rápido pero también que ya es una realidad lo que surgió como un proyecto de prueba en la ciudad. Destaca la evolución musical del grupo y la considera importante y que son capaces de afrontar piezas cada vez más complicadas. Se queda con el deseo de que la gente mantenga la ilusión y de que cada vez se sumen más personas, tanto a la escuela como a la banda y que puedan evolucionar hacia la música sinfónica y afrontar nuevos retos.


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